Para algunos extranjeros y para los ricos del país (México), la Revolución era como el fin del mundo. Se debía detener inmediatamente ya que si sucedía, los que saldrían perdiendo serían ellos.
Muchos mexicanos dieron su vida por la Revolución. Deseaban un cambio, deseaban una vida mejor para ellos, sus hijos y las próximas generaciones, pero sobretodo querían un México mejor.
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